Cookies

Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar nuestros servicios.



Quien fue Lothar Herman?

Lothar Hermann fue un sobreviviente, un luchador silencioso y un símbolo de justicia. Nacido en Alemania, fue testigo directo del ascenso del nazismo y de sus horrores más profundos. Por su origen judío, fue arrestado por la Gestapo y encarcelado en el campo de concentración de Dachau, donde fue brutalmente golpeado, lo que le provocó la pérdida casi total de la visión.

En su intento por sobrevivir, Lothar logró escapar de Europa en el buque vapor Alsina, arribando a Montevideo, Uruguay. Allí vivió por dos años antes de trasladarse a Rosario, Santa Fe, en Argentina, donde en 1941 nació su única hija, Silvia.

Durante tiempos de la segunda guerra mundial, Lothar sufrió la pérdida más dolorosa imaginable, gran parte de su familia fue asesinada en los campos de exterminio nazis. Solo cuatro de sus hermanos lograron sobrevivir. Sus padres, otros hermanos y sobrinos fueron deportados y exterminados. Esa tragedia personal marcó para siempre su vida, y sembró en él un compromiso indeleble con la memoria y la justicia.

 

En 1943 la familia se mudó a Olivos, en la zona norte del Gran Buenos Aires. Fue allí, a comienzos de 1954, donde Silvia conoció casualmente a los hijos de Adolf Eichmann durante un ciclo de cine alemán en el Cine York. Lothar, al enterarse del apellido, recordó al alto funcionario nazi que había orquestado la logística de la "Solución Final". Supo de inmediato que se trataba del mismo hombre. Eichmann vivía en la zona con su verdadera identidad, y sus hijos estaban incluso inscriptos en la escuela local como "Eichmann".

Alarmado, y consciente de los peligros y su vulnerabilidad, Lothar denuncio a Adolf Eichmann y al ver que no hacían nada contra el criminal nazi, decidió mudarse a Coronel Suárez a fines de 1954, en busca de un entorno más seguro. En 1957, escribió al fiscal alemán Fritz Bauer quien había emitido una orden de detención contra Eichmann, aportando datos concretos sobre su paradero en Argentina. Bauer, comprometido con la causa, trasladó la información a una figura cercana al gobierno israelí en Colonia, pero no se obtuvo respuesta.

Sabiendo que su vida corría peligro y que los círculos nazis en Argentina descubrirían que él había sido el denunciante, en octubre de 1958 tomó una decisión desgarradora, envió a su hija Silvia a los Estados Unidos para protegerla. Nunca más volvería a verla.

En 1959, al enterarse de una publicación del cazador de nazis Tuviah Friedman que ofrecía recompensa por datos certeros sobre Eichmann, Lothar volvió a actuar. Envío nuevamente toda la información que poseía. Su denuncia fue una de las piezas clave que permitió al Mossad planificar la captura del criminal nazi en mayo de 1960, dando lugar al histórico juicio en Jerusalén que permitió a los sobrevivientes del Holocausto contar al mundo su verdad.

Lothar nunca recibió el reconocimiento que merecía en vida. Fue silenciado, ignorado, e incluso perseguido. Su lucha lo dejó vulnerable, pero nunca se desvió de su objetivo, la justicia. No buscó venganza, sino verdad. No actuó por odio, sino por memoria.

Hoy, su legado revive en la Fundación que lleva su nombre. Una institución que trabaja para que las nuevas generaciones conozcan su historia, valoren la memoria, se conecten con sus raíces, y promuevan la empatía como herramienta para construir un mundo más justo y humano.